lunes, 19 de marzo de 2012

Reflexiones sobre los controles de alcoholemia

El viernes pasado me hicieron un control de alcoholemia en la provincia de Palencia (provincia en la que no se puede salir a dar una vuelta en coche sin encontrarse con una o dos patrullas de la Guardia Civil) con el mismo resultado que he dado en otras tres ocasiones (en Denia, Tarragona o la Sierra de Madrid), es decir, 0,0, como las cervezas sin alcohol que me tomo cuando tengo que conducir.

No me parece mal que me paren en un pueblo perdido de la provincia de Palencia un viernes a las 12 de la noche, pero dudo de la eficacia del mismo, más cuando las luces de los coches de la benemérita se veían desde mucho antes de llegar al control, por lo que si algún conductor hubiese ido bebido, habría tenido tiempo de sobra para cambiar su rumbo y evitar pasar por delante de los agentes.

Lo que me llama la atención es que en los once años que llevo conduciendo, nunca me han parado en Madrid, que es donde he hecho el 80% de los kilómetros que he conducido y donde he visto muchísima gente conduciendo en un estado bastante mejorable. ¿Que si estoy pidiendo que se aumenten los controles de alcoholemia en la ciudad de Madrid? Por supuesto, con el alcohol al volante no puede haber medias tintas.

Medias tintas que sí existen en España, donde el límite al volante es de 0,50 cuando debería ser de 0,01, y en Italia, donde, de acuerdo con amigos míos, es obligatorio que en los bares figure una tabla que indica lo que debería uno beber de acuerdo con su sexo y si peso para no dar positivo.

A mí estos jueguecitos que hay en España, y en otros países, de cuánto debo beber para no dar, si una cerveza da, si una copa de vino deja de dar, me parece que están fuera de lugar. La filosofía que creo que debería prevalecer es la del "Si vas a conducir, no bebas", pero en esto, como en todo, doctores tiene la Iglesia.


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